SIEMPRE EL MISMO DÍA

Años de fugarnos a cuerpos ajenos,
de refugiarnos para habitar en alma
-y dar sentido-
a la figura que transita y se desgasta,

de permanecer y encontrarnos
... siempre el mismo día.

Revivir un mañana que ya ha pasado,
sin el recuerdo permanente,
pero con la sensación intacta que augura lo inesperado.

Atrapar en suspiros lo que nunca dijimos,
lo que siempre
-aún en cuerpo-
                            añoramos.

Lo que aún sin decir palpamos,
aunque intangible el vacío de recordarnos.

En búsqueda de una libertad ajena,
luchando contra lo
Luchamos contra -lo que suponemos-
nos irrumpe de la libertad,
y auguramos en cuerpo encontrarla.

El alma reconoce al amor que la hace libre.

La primera y última libertad
que nos unirá siempre el mismo día
para fugarnos siempre en el amor
que nos vuelve a conectar
... en cada vida
con otros cuerpos.


Cada día nos encontraremos, tal cual una caricia suave como la paz interna que habita y nos da vida: 
El amor que nos hace libres.

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