HE ROZADO LOS LABIOS DEL ADIÓS

Tan sólo quedó un sonrisa,
de ese beso que lo hizo eterno por unos minutos.

Habíamos ampliado una intimidad,
mientras el espacio entre nosotros
estaba resumido
a un contacto que va más allá de lo visual
incluso,
más allá de lo corporal.

Y en esos minutos
te quise y te añoré como nunca,
te desee más que a nadie.

Sin verte te sigo queriendo,
te seguiré queriendo aunque no me baste,
-incluso-
haber rozado los labios de tu adiós
hará que te quiera tanto
como nunca antes te había querido.



Al saber querer demasiado, a veces nos cuesta querer

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